Accessibility Tools

"Somos apoyo para tus posibilidades"

El Otro Lado de la Discapacidad: Barreras que no Se Ven 

El Otro Lado de la Discapacidad: Barreras que no Se Ven   

Por Naomie Cordero, concejal coach profesional y joven con perlesía cerebral 

1 de mayo de 2025 

 

¿Por qué es tan difícil vernos más allá? 

 

Primero que todo, agradezco profundamente a los compañeros del CEDD por brindarme la oportunidad de presentar ante ustedes esta nueva sección. 

 

El Otro Lado de la Discapacidad nace desde mi experiencia personal como joven con diversidad funcional, específicamente con parálisis cerebral, y desde el deseo genuino de visibilizar aquello que tantas veces permanece oculto. 

 

Con esta sección aspiro a mostrar, precisamente, ese otro lado de la discapacidad. El lado que rara vez se menciona, el que no siempre se reconoce ni se representa. Aquel que implica lidiar con barreras invisibles: actitudes, ideas, estigmas y prejuicios que nos atraviesan en el día a día y que, en muchas ocasiones, duelen más que cualquier obstáculo físico. 

 

Todo lo que compartiré aquí ha sido trabajado con honestidad, con respeto, con amor y profunda sensibilidad. Cada palabra nace del corazón, con la intención de apelar a la justicia, la compasión y la conciencia. --- 

 

Me gustaría comenzar esta sección hablando de una situación que he enfrentado desde niña. Pero lo más duro es que, en vez de volverse más liviana con el paso del tiempo, se ha vuelto más fuerte, más profunda y más dolorosa. 

 

Me refiero a la falta de apertura en la sociedad. 

 

Desde pequeña he vivido momentos donde me he sentido minimizada. Pero al crecer, esa sensación se hizo más consciente, más evidente… y más desgarradora. No solo se trata de un malentendido o de una percepción. Es una realidad constante: sentir que muchas veces la sociedad no está dispuesta a vernos más allá de nuestras circunstancias. 

 

Me he sentido reducida. Como si, por tener parálisis cerebral, lo único que algunas personas pudieran ver en mí fuera una silla, un diagnóstico, una limitación. Y eso duele. Duele mucho. Porque una empieza a preguntarse: ¿por qué es tan difícil para algunos vernos desde otro ángulo? ¿Por qué cuesta tanto reconocer que somos personas completas, con pensamientos, con capacidades, con voz propia? 

 

No entiendo por qué es más fácil imaginar nuestras dificultades que reconocer nuestras posibilidades. Por qué se asume tan rápido que no tenemos voluntad, ni sueños, ni decisiones que tomar, simplemente porque vivimos con una condición. 

 

Y es ahí donde se revela el verdadero problema: la falta de apertura no es algo leve ni pasajero. Es una barrera silenciosa, profunda, que hiere. Y aunque no siempre se nombra, limita nuestras posibilidades, invisibiliza nuestras capacidades y nos relega a un rincón que no elegimos. 

 

En esta sociedad puertorriqueña, aún queda mucho por hacer. Y mientras tanto, seguimos cargando con ese peso que no se nota… pero que se siente todos los días. Aun así, soy fiel creyente de que nosotros, como comunidad, tenemos el poder, el espacio y la oportunidad de educar, poco a poco, una persona a la vez. De sembrar conciencia, de transformar mentalidades y, con ello, transformar el mundo. De demostrar que nacer con una condición no debe ser sinónimo de lástima ni de obstáculos, sino de valor, crecimiento y superación. Como comunidad, tenemos una responsabilidad que no podemos posponer: educar para transformar. Eso nos toca a todos.